Publicado el: 05/07/2017
Presidente

  

 

"Las mutuas se han adaptado anticipadamente al cambio galopante del mundo del trabajo que en pocas décadas ha trascurrido del sector primario al secundario, al terciario y ahora al “4.0” que todo lo transforma."

 

 

Juan Echevarria Puig
Presidente de Mutua Universal

Publicado el: 03/04/2017

Si la historia de la humanidad en su porción española, hubiera dado comienzo el 1 de enero de 2018 (o de 2017) y amenazara continuar del mismo o parecido modo y si sólo existiera la vida política, habría que tomarse en serio la búsqueda, el traslado y la vida en otro planeta.

Pero afortunadamente no es así. La política, esta política, hay que admitirla sólo a beneficio de inventario y soportarla como si fuera un chaparrón violento y pasajero y atisbar en el horizonte nuevas esperanzas.

Demasiada política. Demasiada difusión de la misma. Demasiadas instituciones, políticas o politizadas.

Demasiados políticos que las rellenan. Demasiadas aficiones dogmáticas, tendencias, e intereses. Escasos estadistas.

La política, preciado arte de la convivencia, sublime vocación del sacrificio propio y servicio al prójimo, se convierte en motivo de desavenencia, incluso entre quienes persiguen objetivos comunes. La política por la política.

Habrá quien opine y se consuele creyendo que así fue siempre, pero al menos en otros tiempos teníamos la suerte de no enterarnos al momento y simultáneamente de todo lo que ocurre y el tiempo y la distancia son casi siempre bálsamos curativos.

Pensé, por hábito, mencionar en esta carta los principales acontecimientos de ese 2018. Pero, independientemente de que muchos de ellos han devenido en sucesos, me niego a referirlos. “El hoy es malo, pero el mañana es mío”, escribió, aún lúcido, D. Antonio Machado.

En estos días se representa en Mérida una obra teatral en la que, como de costumbre, el bueno es Cicerón y el malo Catilina. Casualmente mi lectura en estos días, es un precioso ensayo escrito en 1948 por Ángel María Pascual del que se deduce todo lo contrario. Ángel María Pascual también nos dijo ya en los años de euforia “del orbe de tus sueños hacen criba, de tu propio solar quedaste fuera”.

Cicerón representaba el establishment y Catilina la revolución, la abolición de la esclavitud, pero con la condición de que en sus huestes no se admitiera a los esclavos. Catilina luchaba porque los demás fueran libres, como él lo era, pero sin admitirlos como soldados que combatieran por su conveniencia. En el luchar por aquello que personalmente no nos importa nada, radica la grandeza de la política y convierte a los politicastros en estadistas.

Una de las posibles ventajas de esta algarabía, puede consistir en el recuerdo o reconocimiento de los grandes problemas que tenemos pendientes, algunos no exclusivos de España: la desigualdad económica y social.

El paro, convertido en estructural tantas veces, por el desarrollo imparable y acelerado de los cambios tecnológicos.

La emigración de los más formados e instruidos. La inmigración de los más necesitados.

La normalización del incivismo y la violencia.

La despoblación y desertización de media España.

La falta de una enseñanza común que instruya, forme y culturice, sabiendo que la cultura consiste en la forma de vida de nuestro tiempo y nuestro tiempo es el de los grandes horizontes, de la globalización de los problemas y de sus soluciones, de los grandes avances de la inteligencia y de que España, lo bastante pequeña, ha de ser la mínima unidad de proyección y convivencia.

Algunos, afortunadamente y sin recurrir a zalamerías patrióticas, nos hemos dado cuenta de que esta España ha dejado de ser vieja y tahur, zaragatera y triste (Machado de nuevo, esta vez para contradecirle) y de que ocupa un lugar preferente en tantas cosas buenas y actuales conseguidas por los españoles con esfuerzo, tenacidad y buen hacer d’orsiano durante mucho tiempo, porque, aunque les pese a otros, lo nieguen o lo obvien, estamos en cabeza del primer pelotón en la carrera.

Publicado el: 03/04/2017

El éxito del viejo mutualismo se repite día a día, con la afiliación masiva voluntaria de las empresas y consecuentemente del censo laboral.

Publicado el: 03/04/2017

Otra de las ventajas de este confuso griterío es el recuerdo y la cita de grandes hombres que se enfrentaron dialécticamente a los mismos problemas que hoy nos atenazan. No les hicieron demasiado caso, pero ahora sí es posible y obligado hacérselo. Se cita a Max Weber como ayuda para reconducir un capitalismo anónimo y desbordado que no contribuye, especialmente tras las grandes crisis, a una creciente y mayor igualdad económica y social que proteja a esas clases medias que constituyen el verdadero jugo sinovial de la sociedad.

Se cita a Hans Kelsen. ‘‘Primero Kelsen, después naide y después de naide Kelsen’’, repetía mi maestro José Mª Hernández Rubio. Kelsen, de agitada vida académica, formuló el origen y la necesidad de las Constituciones y de los Tribunales Constitucionales que las apliquen, defiendan y revisen y situó el Derecho Internacional como base, con primacía, de los ordenamientos nacionales.

Se recuerda a Karl Jaspers que en su inolvidable “Origen y meta de la Historia” atribuye a la leyenda el origen de las naciones y a la utopía su meta, rebajando así el peso del nacionalismo.

Y también se cita a la chita callando a C. Schmidt que otorga al pueblo la condición de sujeto de aclamación en una hiperdemocracia en que la asamblea, lo asambleario, sea el supremo órgano de decisión y de gobierno. Con ello, justificaba una de las más férreas dictaduras de la historia.

Y en ese maremágnum, que dentro de un tiempo inducirá a la pena o provocará la risa, las mutuas creen que están en permanente estado de indefensión. Les pasa como a España. En 1970, Pedro Laín Entralgo, el de “España como problema” de 1948, publicó un largo ensayo que tituló: “A qué llamamos España”. A fuer de sinceros debíamos proclamar que bien sabemos lo que es España y lo que son las mutuas. Pero siempre algunos prefieren el misterio que lleve aparejada la obscuridad.

Se ha escrito tanto en la búsqueda de España que - gracias Pascal - prefiero escucharla y que me diga “no me buscarías sino me hubieras encontrado ya”.

Y Mutua Universal participa de ese estilo, de esa forma de vida que, según Goethe, se realiza consciente o inconscientemente en cada hecho y en cada palabra y entiende que las mutuas no son fin de sí mismas. Que deben ser instrumentos que conozcan, interpreten y solventen los problemas de seguridad y atención sanitaria y más de las empresas asociadas, de los trabajadores protegidos y con ello las obligaciones y derechos que a la Administración incumben y que ésta ha delegado al mutualismo. El mutualismo, anterior a la Seguridad Social, con las naturales limitaciones de la época impuso la extensión y obligatoriedad de la protección social con la participación del empleador y de los propios trabajadores protegidos, sumados ahora los autónomos.

El éxito del viejo mutualismo se repite día a día, con la afiliación masiva voluntaria de las empresas y consecuentemente del censo laboral. Las mutuas se han adaptado anticipadamente al cambio galopante del mundo del trabajo que en pocas décadas ha trascurrido del sector primario al secundario, al terciario y ahora al “4.0” que todo lo transforma.

La denominación de Universal de nuestra mutua lo engloba también todo. Su presencia permanente en toda España. Su atención a las empresas y trabajadores de cualquier sector y especialización. La inclusión del trabajador autónomo y de las grandes corporaciones. Su estar al día en que la revolución digital y de la inteligencia suponen nuevos empleos, nuevas metodologías, nuevos medios de trabajo, nuevas enfermedades y tratamientos, nuevos ámbitos laborales que exigen nuevas formas de relaciones entre las personas y las instituciones. También entre las mutuas, algo así como la Mutualización de las mutuas, cristalizada en nuestro caso con el acuerdo subscrito con Fremap y Solimat.

Para terminar, los agradecimientos:

A las empresas y trabajadores afiliados.

A nuestros profesionales, a la Junta Directiva abnegada y generosa en su ayuda, sin otra recompensa que la que supone el deber cumplido.

A los que integran las Comisiones de Control y Seguimiento y de Prestaciones Especiales y al Comité de Auditoría. Al equipo directivo y destacadamente al Director Gerente.

Al Presidente y Director Gerente de Amat, que armonizan los distintos sonidos de las mutuas afiliadas.

Al Subdirector General de Entidades Colaboradoras de la Seguridad Social, D. Carlos Tortuero, al Director General de Ordenación de la Seguridad Social, D. Borja Suárez, y a Octavio Granado, Secretario de Estado de la Seguridad Social.

 

Juan Echeverría Puig
Presidente de Mutua Universal

Publicado el: 02/05/2017

La denominación de Universal de nuestra mutua lo engloba también todo. Su presencia permanente en toda España. Su atención a las empresas y trabajadores de cualquier sector y especialización.