El año 2020 se recordará por la irrupción de la COVID-19, la pandemia que provocó de súbito una emergencia sanitaria, social y económica sin precedentes a escala global. Las consecuencias han sido devastadoras, tanto en cifras de enfermos y fallecidos como en la economía de las empresas y el empobrecimiento de amplias capas sociales. A día de hoy, aunque los países más desarrollados están en franca recuperación, en muchas zonas del planeta la vacuna no ha podido administrarse masivamente y el virus sigue avanzando, mutando, arruinando y matando. Por tanto, es menester que los estados y la sociedad tomemos plena conciencia de la urgente necesidad de erradicar esta enfermedad de todos los confines de la tierra.
El pasado año, la economía española sufrió una caída del 11%, la mayor de la zona del euro y una de las mayores de la OCDE. Aunque 2021 apunta a una recuperación briosa del PIB (+6,4%), no se prevé alcanzar los niveles previos a la pandemia hasta finales de 2022. Este rebrote económico positivo está impulsado notablemente por la reacción de una Unión Europea que ha cambiado de estrategia en esta crisis, optando por un paquete de estímulos para la recuperación de sus países miembros que tampoco tiene precedentes.
Nuestro mercado laboral, ya de por sí frágil, acusó un retroceso de la ocupación de 622.600 trabajadores (-3,1%) pese a las medidas de contención adoptadas por el Gobierno –destacadamente, los ERTE–, que contaron con el apoyo de todos los agentes sociales. Por su parte, la tasa de paro repuntó hasta el 16,13%, el peor dato de la EPA desde 2012.
El 14 de marzo de 2020, el Congreso de Diputados aprobó el primer decreto de estado de alarma, que impuso la restricción de movimientos en los ámbitos local, autonómico e internacional, el confinamiento de gran parte de la población y, como consecuencia directa o derivada, la cancelación de la actividad empresarial de muchos sectores. Estas medidas provisionales tuvieron un efecto positivo para contener el ritmo de contagio y, con ello, evitar el colapso de un sistema sanitario que en ocasiones llegó al límite.
Fueron meses muy intensos. Para gestionar las distintas fases de desescalada y la posterior irrupción de la segunda ola, las mutuas buscamos soluciones que dieran respuesta a las situaciones inéditas que se fueron presentando durante todo del año. En ocasiones, tuvimos que responder en cuestión de horas, siempre en estrecha colaboración con la Seguridad Social y con los diferentes Sistemas Públicos de Salud.
En esta memoria se presenta una selección de indicadores que muestra la adaptación eficaz a un año muy exigente. El orden de magnitud se puede comprobar en el gasto de prestaciones sociales y de las transferencias y subvenciones realizadas por Mutua Universal, que experimentó un incremento del 83,83% respecto al ejercicio 2019 –hasta los 831,41 millones de euros–, aunque el dato no refleje la complejidad, la celeridad y las condiciones restrictivas en que se dimos satisfacción a esa demanda.
El ejercicio se ha saldado con un éxito objetivo, que creemos que debe interpretarse desde dos puntos de vista:
- La capacidad de gestión y reacción, demostrada en la respuesta de Mutua Universal al reto de la pandemia. Al cierre, presentamos una muy destacada actuación que también refleja equilibrio presupuestario y mejora de prácticamente todos los indicadores.
- La visión estratégica y la anticipación constante de tendencias y acontecimientos, fieles a nuestro compromiso de contribuir a la sostenibilidad del estado del bienestar mediante la innovación, el rigor y la inversión.
Abordar con eficacia la situación requirió de mucho talento, sacrificio y la colaboración de todos. También fue imprescindible contar con recursos materiales y tecnológicos de primer nivel, y una estructura de gestión ágil para rediseñar e implantar procesos. Afortunadamente, Mutua Universal se había venido preparando desde hacía tiempo. La rápida reacción demuestra que en los años precedentes habíamos ido en la dirección correcta y, en consecuencia, fuimos posiblemente una de las organizaciones más ágiles y eficaces del sector en actuaciones clave.
Cuando llegó la pandemia, contábamos con una empresa solvente, un modelo organizativo renovado y unas trascendentales inversiones en dotación tecnológica y equipamiento que ayudaron a que un equipo comprometido, capaz y solidario consiguiera logros que nos hubieran parecido impensables en otro tiempo.
La serenidad con que afrontamos cada nueva situación define y distingue al equipo de Mutua Universal, bien en nuestra adaptación al primer confinamiento, bien en la planificación y desarrollo con precisión de cada fase de la desescalada o bien en el repliegue ante el repunte de las sucesivas olas de contagio. Y todo ello, en un marco de incertidumbre extrema.
Tenemos el privilegio de trabajar en una organización con propósito social y sin ánimo de lucro, que contribuye al bienestar de la sociedad que nos rodea, con el máximo rigor profesional y de gestión.
A la hora de hacer repaso de un año excepcional, veo oportuno dedicar mi mayor reconocimiento a las 1.883 mujeres y hombres del equipo de Mutua Universal. Con su sacrificio e inteligencia, han dado ejemplo de responsabilidad, profesionalidad y solidaridad en cada puesto, desde cada localidad y cada día.
Nos encontramos en el inicio de una década que muy posiblemente esté llamada a tener trascendencia histórica por los notables hitos y cambios que alumbra. Los estados de la Unión Europea se han puesto de acuerdo para que la recuperación se centre en la lucha contra el cambio climático y la digitalización de la sociedad y la economía.
Si queremos ser más eficientes y garantizar la viabilidad del estado social europeo, debemos ser conscientes de la influencia real de la transformación digital en prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida. La tecnología ha modificado la manera cómo nos relacionamos, trabajamos, comunicamos, nos entretenemos, compramos, nos informamos, gestionamos… Y, también, cómo diagnosticamos, prevenimos y cuidamos de la salud de las personas. A pesar de que todavía nos encontramos al principio de esta fase de transformación.
Mutua Universal fue pionera hace más de 20 años en el desarrollo de la Telemedicina y seguimos avanzando con decisión y logros concretos muy relevantes. Hoy, estamos en condiciones de dar cobertura digital a todas las empresas y a todos nuestros trabajadores protegidos (más de 1,4 millones). También empieza a ser una realidad el desarrollo de soluciones predictivas mediante la aplicación de la inteligencia artificial a nuestra enorme base de datos. Una realidad en progresivo desarrollo y extensión.
Con todo ello, confiamos en seguir contribuyendo al bienestar de nuestra población protegida y a la competitividad de las empresas, pero también a la sostenibilidad del sistema de colaboración público-privado con la Seguridad Social. Somos optimistas de cara al futuro; en gran parte, porque confiamos en que la disrupción digital que impulsamos tenga un efecto altamente positivo en la recuperación económica del sector, que debe volver a poner en valor su condición de contribuyente neto a la Administración Pública.
En un año tan complejo, una mención especial a la Junta Directiva y particularmente a su Presidente por el compromiso total que han mostrado, una vez más, con Mutua Universal.
A todos los que nos ayudan a hacer que este proyecto siga avanzando día a día, les doy las gracias de todo corazón.